Las palabras pueden ser insuficientes para describir y expresar lo que sentimos. Tal vez, la expresión “una imagen vale más que mil palabras” es cierta para representar aquello que puede ser inexplicable.
La fotografía se ha convertido en un medio para comunicar y crear narrativas visuales que nos permiten plasmar momentos, sentimientos y realidades.
Desde los 8 años, la voz de Kenneth Rendón se vio afectada por una condición de salud en la garganta, tuvo que someterse a una operación en la cual corría el riesgo de perder la voz. Este acontecimiento ocasionó que el hablar sobre cualquier tema, comunicar emociones, sentimientos o pensamientos estuviera limitado, pero un iPad lo hizo conocer el mundo de la fotografía.
Desde ese entonces, se ha convertido en un medio para comunicarse y le ha permitido reflejar su curiosidad sobre el mundo, las historias, los acontecimientos y a las personas que ha conocido en el camino.
“Es para mí la extensión de mis ojos y pretendo cada vez más adentrarme en mi entorno y poder fotografiarlo. El entorno en el que vivo es muy interesante, triste, peligroso, alegre, son muchas cosas que quiero descubrir”.
Su más reciente proyecto fotográfico se llama: “Mujeres siendo mujeres”. A partir de los viajes que ha realizado en México, ha capturado a través de su cámara la esencia y autenticidad de cada una de las mujeres.
Hicimos un ejercicio de foto relato con la colaboración de Itzel Manzano y Alejandra Navarrete en el que a partir de las fotografías de Kenneth cada una de ellas ha elegido una para crear una historia.
Cuando crecemos, creemos que la felicidad se obtiene a través de lujos, ya que el disfrute viene de la maravilla de los éxitos y el dinero, que en parte es cierto, aunque es volátil, se esfuma rápido, pareciera más una ilusión que un momento real, sin embargo, al ser niño la alegría sin ser buscada aparece.
Es en la infancia en dónde se disfruta de lo sencillo, de esa pequeña brisa que alborota tu cabello, brincar sobre el agua y mojar a quien te acompaña para soltar carcajadas de complicidad, andar descalzo para conectar con el mundo bajo tus pies, el correr con el corazón saliendo del pecho para sentir que te elevas para poder volar, es en esa niñez cuando exploras de verdad el entorno.
Al aumentar de edad no deberíamos olvidar mirar como lo hacen los infantes, pues esa esencia de los primeros años recorridos en este plano, hace de todo algo nuevo, no se está atrapado en la monotonía y lo más importante es dejar que los sucesos te encuentren.
Ser adulto no es fácil, muchos caminan a ciegas creyendo que pueden ver y fingen saber que tienen los secretos de la vida, la verdad es que deberíamos volver a jugar para disfrutar de lo sencillo y así recordar las sorpresas que nos regala el existir.
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Cuando comenzamos a juntarnos poco a poco, cuando reunimos los secretos y las preguntas comienzan a asomarse, cuando nos reconocemos uno en el todo el baile comienza a sentirse real. Yo y tú y tú y otro yo comenzamos a fundirnos en el rojo rebelión, en el rojo pasión a la vida; rojo amor en respeto y empatía.
No hay que explicar ritmos cuando observamos el cambio; está sucediendo todo en el grito que permite rojo, en la emoción desbordada y desprendida que brinda esta sensación cálida de hermandad. La masa
primaria libera llantos viejos y secuelas de dolor. Hoy ya no se puede callar a los pies descalzos que bailan en efervescencia, que unifican, cantan y contemplan las raíces que nos unen en rojo.
Rojo somos en reconocimiento mutuo, te aprendo, te escucho, nos veo.
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Para Kenneth es importante seguir contando historias a través de la fotografía y menciona Jean-François Lyotard los vínculos sociales son lingüísticos y por eso la fotografía es el lenguaje perfecto para conectar con las personas.